Hace un rato tuve la oportunidad de asistir a la conferencia "La Experiencia de Gobierno Abierto en México" impartida por el Mtro. Joel Salas y organizada por las Mesas Directivas de Relaciones Internacionales/Ciencia Política y Derecho de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).
Joel Salas, quien es Titular de la Unidad de Políticas de Transparencia, Rendición de Cuentas y Cooperación Internacional de la Secretaría de la Función Pública, ofreció información concisa y puntual acerca del concepto de gobierno abierto, la manera en la que éste opera en nuestro país, los logros alcanzados debido a este concepto y las limitaciones a las que éste se enfrenta.
De acuerdo a la información expuesta por el conferencista, un gobierno abierto es aquél gobierno transparente, que rinde cuentas y que colabora junto con los ciudadanos para estar en una constante mejora de aspectos sociales, políticos, y económicos. Se caracteriza por tener una mayor acción pública, un dinamismo en los procesos democráticos, y por crear soluciones a problemas que afectan a la ciudadanía. En pocas palabras, un gobierno abierto es aquel gobierno no corrupto y eficiente que le rinde cuentas a los ciudadanos con el propósito no solo de que éstos estén informados sino que también puedan proponer soluciones con la finalidad de crear servicios que los beneficien, logrando con esto tener una relación gobierno-ciudadanía más directa, sin demasiados intermediarios (y por ende, sin tanta burocracia y cansados-aveces-absurdos trámites).
Un gobierno de ese tipo no solo logra mejorar el estilo de vida de sus ciudadanos, también logra mejorar la manera en la que éstos lo perciben y confían en él y en sus representantes. En la actualidad, un gobierno abierto es aquel gobierno electrónico que se vale de las Tecnologías de la Información y de las Redes Sociales (sí, con mayúscula) como catalizadores para convocar a los ciudadanos, saber cuáles son las necesidades de éstos, informales sobre los logros obtenidos, etc. Realmente me agrada saber que la supremacía de las Redes Sociales (por llamarle de algún modo) queda cada día más y más demostrado; gobiernos electrónicos, la manera en la que éstas se utilizaron en la Primavera Árabe, el movimiento #YoSoy132, etc., son claro ejemplos de lo que sucede cuando uno reconoce el uso de las Redes Sociales.
Antes de finalizar su intervención, Salas comentó sobre aquello a lo que un gobierno abierto debe aspirar: debe lograr que la participación ciudadana pase de reactiva e informativa a una participación de colaboración, empoderamiento e involucramiento; debe convertirse el gobierno abierto en una política de Estado que involucre a todos los poderes y distintos niveles de Gobierno; debe también tener una continuidad transexenal (en mi opinión, este es el mayor problema), se deben reconocer aquellas políticas que han sido eficientes y deben continuar implementándose, cada cambio de sexenio no debe ser un "borrón y cuenta nueva", aquí no aplica el principio de tabula rasa; y finalmente, se deben construir las suficientes herramientas dentro del aparato estatal que le permitan a la sociedad volverse abierta y participativa.
Una vez habiendo concluido con lo anterior, se procedió a una sesión de retroalimentación por parte del Jefe de Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, Embajador Raphael Steger Cataño y el Decano de la Escuela de Ciencias Sociales de la UDLAP, Dr. Alejandro José Ramírez López. Seguido a esto, se procedió a una sesión de preguntas y respuestas que sin duda permitieron a los asistentes al evento conocer un poco más del concepto en cuestión.
Durante su conferencia, el Mtro. Joel Salas mencionó a la Sociedad de Gobierno Abierto (Open Government Partnership), una iniciativa que estudia a fondo el concepto de gobierno abierto y que está integrada por países comprometidos a ser "abiertos y transparentes".
Varias cosas llamaron mi atención en esta conferencia. La primera es la manera en la que se ha llegado a presentar lo que, EN PRINCIPIO, debería ser el gobierno como tal. Se habla de gobierno abierto como el estado que debe alcanzar el gobierno, un estado propio de un gobierno que rinde cuentas a los ciudadanos y que trabaja constantemente en busca de mejoras en la calidad de vida de los mismos. ¿Qué no se supone que así es como debería ser el gobierno, en general? ¿Por qué se habla de convertirse a gobierno abiertos, de aspirar a serlo? Si bien ingenuo, siempre ha llamado mi atención las diversas maneras en las que se designa eso que un gobierno debería ser (o aspirar a ser) cuando claramente no debería llegar a serlo, debería serlo. Punto.
En cuanto a la transparencia, y a la información como un bien intangible de dominio público recordé una conversación que tuve en InternacionalES RADIO. Discutíamos precisamente acerca de la transparencia y uno de los panelistas lanzó al aire la pregunta "¿creen ustedes que un gobierno debería informarle TODO a la ciudadanía?". Desde ese día me puse a pensar en las implicaciones que la transparencia tiene, y más que eso, en la manera en la que se debe proceder a ser "transparente". ¿Qué pasa con una sociedad que posee demasiada información y no sabe cómo manejarla? Si bien tal información es para estar al tanto de lo que el gobierno hace y de este modo demandar mejoras o cuestionar sobre cierto aspecto, ¿puede una persona manejar tantos datos? ¿cómo los procesa en su mente? ¿cómo decide realmente qué hacer con ellos? Los anteriores cuestionamientos me vinieron a la mente ese día, en esta conferencia y comencé también a cuestionármelos unos meses atrás con el fenómeno de Wikileaks. Cables filtrados que revelaban una gran cantidad de datos que llegaban a una sociedad que no estaba acostumbrada a poseer tanta información de aspecto gubernamental y que tardó un poco en reaccionar para decidir qué hacer con ella. ¿Debe ser la transparencia gubernamental un proceso lento, que informe poco a poco a los ciudadanos, o debe ser un proceso directo, sin escalas, que haga llegar TODA la información? ¿Debe un gobierno actuar como ese médico que le informa en diversas sesiones al paciente que tiene una enfermedad terminal, o debe informarle en una sesión que le quedan pocos días de vida? ¿Qué opinan al respecto? ¿Estamos listos para procesar tanta información?
Comencemos el debate.
Impecables trajes, excelente elocuencia (y presencia), información breve y fácil de comprender, puntuales (en su mayoría) preguntas. ¡Qué buena manera de comenzar la semana!
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